Actividad 5: Realiza un estudio sobre la Geografía de la desigualdad

En mi opinión, la geografía de la desigualdad está estrechamente relacionada con la globalización, ya que, si solo hubiera una etnia, un grupo social, un trabajo, un colegio, un salario, etc., no habría diferencias entre unos y otros, todo sería igual. 

La globalización no significa el fin de la geografía. En un sentido muy real, la globalización es geografía. Se trata de todo un conjunto de fenómenos (económicos, sociales, culturales y políticos) que se dan de forma muy desigual y con una fuerte diferenciación geográfica. Implica ampliar e intensificar a la vez los procesos y las relaciones que abarcan todo el espectro de las escalas espaciales, las cuales se reconfiguran continuamente a través del cambio espacial (en la misma escala geográfica) y el cambio escalar (cuando se intercambian procesos entre distintas escalas espaciales). La globalización, de hecho, es producto y generador de geografías múltiples de una escalaridad dinámica y tremendamente compleja (Dicken 2007).


El territorio mundial es muy desigual en los aspectos socioeconómicos y socioambientales; tales desigualdades generan múltiples efectos regresivos, no sólo en la economía, sino también, en la vida de los pueblos, la convivencia pacífica y democrática, y además, aumenta la vulnerabilidad del territorio mundial ante los conflictos y las secuelas del calentamiento global. La importancia y alcances de investigaciones sobre este tópico encuentran en lo anteriormente expuesto su justificación. Por cuanto, son instrumentos teóricos que apuntan a descifrar lo pernicioso que son las desigualdades territoriales.

Los inicios del saber geográfico, en la Grecia Antigua, se inauguran con la descripción del paisaje y la distribución de los lugares y sus singularidades, con el propósito de explicar la Tierra ocupada por los hombres, se entiende que esa ocupación genera desigualdades entre los lugares.

El espíritu científico de la Grecia Antigua fue seguido por una larga interrupción, solo perturbada por personalidades aisladas. Es en el siglo XVII cuando ocurre un renacer del saber geográfico abanderado por Inmanuel Kant (1724-1804), cuya obra Geografía Física, marca un hito en los estudios de la Geografía. No obstante, es en el principio kantiano, referido en Holt (1992, p. 19) donde se encuentran elementos que sugieren un abordaje de las desigualdades territoriales: La geografía estudia los fenómenos que se dan en un determinado lugar. En ese lugar definido en la geografía de Kant es posible identificar su organización política, sus características sociales, y muy particularmente, como lo refiere Kant (1757 citado en Unwin 1991, p. 108): los intercambios mercantiles y vínculos entre las áreas excedentarias y deficitarias. He allí una clara preocupación por el estudio de las desigualdades territoriales.

Esa inquietud por la identificación de las desigualdades territoriales se torna más elaborada en Karl Ritter (1779-1859), quien indaga, de acuerdo a Puente y Fernández (2008, parra. 9), que en las relaciones espaciales interceden: las leyes de organización que rigen las formas espaciales y las interrelaciones entre éstas, el hombre y el desarrollo de los pueblos. Ratzel (1844-1904), décadas después, le asigna mayor significación a las desigualdades territoriales en su abordaje de la geografía política y en acentuar la imbricación existente entre Estados diferentes por la configuración desigual de los territorios. Esa configuración desigual de los territorios esta sugerida en su obra, de acuerdo a Schneider y Peyré (2006) cuando hace referencia que la conformación del territorio será a partir de las capacidades instaladas en él.

La consolidación de los estudios de economía y sociología en la segunda mitad del siglo XIX, apalancan el abordaje de la línea de investigación de los aspectos humanos en geografía, que se proyectan durante la primera mitad del siglo XX, con la irrupción del posibilismo e historicismo en esta disciplina. La geografía humana es el resultado de ese esfuerzo teórico, cuyo objetivo se enmarca en la búsqueda de las explicaciones de las desigualdades del espacio geográfico a través de la sistematización. En efecto, la geografía humana se sistematiza en un vasto campo de estudio cuyos resultados son identificar las disparidades territoriales en geografía como ecología humana (Barrows, 1923), geografía cultural (Sauer, 1931), geografía médica (Sorré, 1955), geografía económica (George, 1956), geografía de la población (Zelinsky, 1966), entre otras.

Han tenido lugar en el territorio mundial, durante la última década del siglo XX y los albores del XXI, intensos y trascendentes cambios territoriales que se expresan en una acelerada competitividad de empresas y territorios. La velocidad que le imprime la incesante innovación tecnológica a esas transformaciones, está generando un ordenamiento geográfico mundial muy desigual.

A la desigualdad territorial socioeconómica en el territorio mundial se le agrega la desigualdad territorial socioambiental. Se expresan en diversas variables e indicadores. Existe una manifiesta desigualdad socioambiental en el mundo. La población mundial está abastecida con servicios de saneamiento básico de manera muy dispar. Europa posee un elevado porcentaje de la población que se encuentra con suministro de agua potable, pero hay sin embargo, al interior de Europa, territorios que padecen moderado estrés hídrico. Por su parte, en África, por contraste, el déficit de abastecimiento del servicio de agua a la población es dramático. Efectivamente, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (2003, p. 10) afirma al respecto: A mediados del presente siglo, 7.000 millones de personas en 60 países sufrirán escasez de agua, en el peor de los casos, y en el mejor se tratará de 2.000 millones de personas en 48 paísesUn mapa de la distribución superficial de los impactos socioambientales del calentamiento global revelaría que, justamente los países en vías de desarrollo (rezagados o en declive), y especialmente, los más pobres, que frecuentemente dependen de cultivos de subsistencia a la merced de la precipitación y de la recolección de los recursos naturales, están subordinados a pautas climáticas, y son los más vulnerables a la devastación producida por los eventos extremos, como por ejemplo, los huracanes, deslaves, inundaciones, aumento del nivel del mar, entre otros. E incluso, aquellos episodios no extremos, como un pequeño aumento en la temperatura global. Mientras que en contraposición, en los territorios más desarrollados la vulnerabilidad es más reducida.

Información obtenida de: http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-70892012000100005 

Estas desigualdades pueden ser abordadas gráficamente a través de mapas. Por ejemplo, el mapa adjuntado a continuación representa la desigualdad económica en 2018. 







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